Esos amores a primera vista que deberían quedarse, así, sin detalles ni verdades. Simples y puros.
En la delgada línea de lo bonito que surgió al cruzar las
miradas, sin palabras. Allá y acá, tratando de descifrar quién está al otro
lado y qué es lo mágico que hechiza por unos segundos, que deberían ser eternos.
Una eternidad irreal, bella y necesaria. Necesaria para
saber que son la pareja perfecta, sí, en un instante está claro, sin dudas, todo
es certeza. Así, sin peros ni reclamos. Sin pasados, pero sí con un futuro, el
de dos desconocidos sin prejuicios.
Ese amor que se va como llega, así de rápido, tan solo con
una palabra, otra mirada, una imagen o una frase, que sin decirse, es para otra.
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