El primero, el dedo más pequeño, es el que se atormenta con aquello que no puede olvidar.
El dedo del medio siempre anda feliz, con todos los momentos celestiales que recuerda y le dibujan una sonrisa.
Y el más glotón, el dedo gordo, es el que se indigesta con las caricias, las miradas y las palabras que quiere revivir.
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