jueves, 15 de marzo de 2012

Atardecer



En ocasiones solo se necesita de la luna y las estrellas para sonreír. Pero, en otras solo basta con el sol y el cielo para ser feliz, aunque sea por quince minutos. 

Recordar, de repente, que existen los atardeceres con una sensación extraña y especial, que, quizás, es mágica.

Mirar el cielo hasta perderse en un azul perfecto, que no es muy rey ni muy aguamarina, sino del tono preciso, gracias a esa justa mezcla de los rayos del sol. Es una ruta que, muchas veces, es mejor recorrerla en solitario.

Más cuando perderse no importa, porque la tranquilidad es tu compañía, en ese preciso momento cuando el pedacito de cielo, más cercano al verde de las montañas en el occidente, se convierte en un amarillo, para nada chillón ni mucho menos opaco; es un amarillo cálido, que sólo está ahí, en ese instante.

De un momento a otro las nubes teñidas de un rosa simple, te llevan de vuelta al camino por el que ibas, a esa rutina en la que andabas, antes de empezar a divagar, de voltear tu vista al cielo, ese que de día y de noche te acompaña, pero que muchas veces ignoras.

Cuando lo redescubres ocurren cosas como las de hoy, un jueves 15 de marzo del 2012, presencias un atardecer tranquilizador que no te deja sin palabras, al contrario, te inspira para que lo compartas, para que no se quedé allá en el horizonte, sino que perdure más que unos cuantos minutos, antes de que luna y las estrellas sean regaladas por los enamorados.   

Antes del atardecer 3

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